
Amado amigo,
Dios siempre ha estado esperando por tu respuesta. En este momento de tu vida, es vital que te preguntes las preguntas más importantes que puedas enfrentar: ¿Quién puede cambiarme de adentro hacia afuera? ¿Quién puede salvarme?
Juan 14:6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
No importa en qué estado te encuentres, qué acciones hayas hecho o la tristeza que estés atravesando. La realidad es que lo importante no es lo que ocurre a tu alrededor, sino cómo puedes liberarte de las causas de tus problemas, ya sean ataduras que te empujan a hacer el mal, cadenas que no puedes romper, o el pecado que crece día a día en tu vida. Este es el momento de probar y creer en Dios. Dale una oportunidad para que te ayude a salir de la oscuridad, de las ataduras y, sobre todo, del pecado. Tu vida depende de tu respuesta ahora mismo.
Quiero invitarte a reflexionar sobre el precioso regalo de la salvación que nos ofrece nuestro Señor Jesucristo. En la Palabra de Dios encontramos la promesa más hermosa: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Jesucristo nos dice: “Vengan a mí todos los que están cansados y cargados, y yo les haré descansar” (Mateo 11:28). No importa cuán pesada sea la carga que llevamos; Él está listo para aligerar nuestro peso. La salvación no se trata de lo que hemos hecho, sino de lo que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha hecho por nosotros. Su sacrificio en la Cruz fue y es suficiente, y su Gracia es más grande que cualquier error, pecado o fracaso.
Hoy, te animo a abrir tu corazón y recibir esta gran salvación. Si sientes Su llamado, no lo ignores, ya que puede que no tengas otra oportunidad. Jesucristo está a la puerta y llama; si le abres, Él entrará y tendrá comunión contigo (Apocalipsis 3:20). No hay mayor alegría que vivir en la luz de su amor, sabiendo que hemos sido perdonados y restaurados.
La pregunta es: ¿Has aceptado a Jesucristo como tu Salvador y Señor? No te estoy preguntando si eres una buena persona, un buen padre o madre, o si perteneces a alguna iglesia. La pregunta está relacionada con la eternidad: ¿Eres salvo? ¿Tienes la certeza de tu eternidad cuando mueras físicamente?
Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.”
Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Isaías 53:6: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Juan 14:6: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Romanos 10:9-10: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”
1 Juan 1:8-9: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”
Esta será la decisión más importante que tendrás que tomar. Jesús dijo a Nicodemo en Juan 3:3: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." Dios nos enseña que hay cuatro elementos básicos que toda persona necesita saber para ser salva:
Reconocer que todos hemos pecado: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Todos somos pecadores, separados de Dios.
La paga del pecado es muerte: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Esta muerte incluye separación eterna de Dios.
La buena noticia: Jesús pagó la deuda del pecado. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Invocar el nombre del Señor: ¿Estás dispuesto a hacer de Jesús el Señor de tu vida? No significa que debas ser perfecto, sino que debes estar dispuesto a seguirlo. Esta decisión es la más importante que puedes tomar.
Si Jesús está dispuesto a recibirte tal como eres y perdonar tus pecados, ¿estarías dispuesto a inclinar la cabeza y pedirle que sea tu Señor y Salvador? Solo entonces encontrarás verdadera paz y esperanza.
Repite esta oración:
"Amado Jesucristo, confieso que soy un pecador y merecedor de la muerte y el sufrimiento eterno. Creo que Jesucristo se levantó de los muertos al tercer día y que su sacrificio en la Cruz fue el único pago aceptable por mi pecado. Por favor, ven a mi corazón y sé mi Señor y Salvador a partir de este momento y para siempre. Amén."
Dios tiene el poder para salvarte y permitirte vivir una vida cristiana victoriosa. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10:13).
No confíes en tus sentimientos, ya que estos cambian. Afírmate en las promesas de Dios, que nunca cambian. Después de ser salvado, hay tres cosas que debes practicar diariamente para crecer espiritualmente: ora, lee la Biblia y comparte tu fe.
“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (2 Timoteo 1:8). “Si alguien me confiesa delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32).
Coloca tu fe únicamente en Jesucristo y en su Palabra. Consigue una Biblia y comienza a leer el Evangelio de Juan. Si has confiado en Jesucristo como tu Señor y Salvador personal, después de leer este mensaje, por favor, ¡Compárte en los comentarios!
Juntos, podemos fortalecer nuestra comunidad en la fe y apoyarnos mutuamente en este hermoso camino. 💖🙏
No hay comentarios:
Publicar un comentario